Consumer electronics don´t make you hot



Y curiosamente al final de su vida, your gadgets casi siempre regresan al mismo lugar. Según datos de Greenpeace, producimos entre 20 y 50 toneladas de basura electrónica al año y la mayoría se envía a China e India, donde los aparatos son desmontados para revender los metales que contienen, que contaminan la tierra, el agua y a las personas que los manipulan.

Además, piensa que la tendencia se está invirtiendo: en 2011 demasiados gadgets reducen el sex-appeal.




Revolviendo carpetas viejas he encontrado esta tabla que cogí en el año 2006 en la primera edición del festival now, que anualmente organiza el CCCB de Barcelona desde entonces. Han pasado 5 años, que a la velocidad que van hoy las cosas (todas las cosas), es una unidad de tiempo histórica. Por citar dos indicadores: 2006 fue el año en que Facebook dejó de ser un servicio accesible solo para universitarios estadounidenses; y Twitter, la otra gran revolución de las redes, aún no existía. La prehistoria.

Me muerdo la lengua sobre la evolución que han tenido las ideas formuladas en este documento desde entonces. No me refiero a la evolución de las ideas en sí (que basicamente son las mismas hoy; y ahí está la gracia) sino a la transformación de, poniéndome pedante, su lugar de enunciación: su reconocimiento, su mainstreamización, su aplicación... En definitiva, su desplazamiento desde las periferias de lo social, porque el CCCB será institucional pero no es el Camp Nou ni las Ramblas, hasta el sancta sanctorum de la gurusfera más influyente y, dicho sea de paso, menos afín a lo cultural, más de rollo Camp Nou, para entendernos (bueno, estaba claro, se me ha escapado).

Por eso, además de su interés intrínseco, este documento tiene tela por ese otro valor añadido que podríamos llamar de Arqueología de las Ideas. Las ideas cambian y se transforman, se cortan, se pegan y se remezclan, y larga vida al remix. Pero cualquiera que sea el uso que hagamos de ellas, nunca está de más tener presente su genealogía y las condiciones que han favorecido su emergencia. Decir que estas ideas provienen del mundo del arte, como si fuera una esfera autónoma, es una banalidad y una falacia; no hace falta más que ojear una Wired o, si lo hubiera, un wikileaks de los think-tanks norteamericanos de la misma época. Pero sí me parece necesario recordar, ahora que se están afilando las tijeras, que el conocimiento no se recicla solo y que la cultura contemporanea habrá sido un laboratorio o no habrá sido nada, ni siquiera un centro comercial (lo que no es más que otra idea vieja que se puede conjugar en pasado, presente y futuro y glosar y volver a remezclar).