dOCUMENTA (13) - Diario de viaje #3

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Esta es la 3ª y última parte de mi diario de viaje de dOCUMENTA (13).
Diario de viaje #1
Diario de viaje #2 

Geoffrey Farmer con recortes de LIFE; diskettes de Erki Kureniemi; Juke-box de Susan Hiller.

Toda la cultura es cultura popular y todo el arte es artesanía. Linternas mágicas de la Ilustración, cajas de casettes customizadas con pegatinas, fiestas de disfraces y campeonatos de juegos, terracotas milenarias, delicados teatros de sombras chinas, baladas entonadas a capela. O, como dice una de las Hermanitas de Jesús cuando Andrea Büttner le pregunta por su labor en el parque de atracciones de Ostia donde, en la estela de la más arraigada tradición circense, comparte su vida con feriantes, artistas y charlatanes ambulantes: “Nosotras somos artesanas de la fiesta”.

En la selección de obras y el modo en que están dispuestas, Carolyn Christov-Bakargiev mezcla sin complejos técnicas y tradiciones artísticas de todas las épocas y todos los estatus. Asocia los mecanismos entre aprendidos y espontáneos del lenguaje visual con un manual de instrucciones básicas para desenvolverse en sociedad, el coleccionismo de arte con la acumulación iconográfica de Google Images, la curadoría y otras formas de producción cultural con el viejo y noble oficio de contar historias alrededor de una hogera. No es tanto ambición enciclopédica, como voluntad panorámica. [Seguir leyendo Diario de viaje #3]

dOCUMENTA (13) - Diario de viaje #2

Este es mi diario de viaje de dOCUMENTA (13). 
Empieza en Diario de viaje #1.
Y sigue en Diario de viaje #3.

Aquí es donde Enrique Vila-Matas va a pasar medio mes de septiembre. En el extremo occidental del parque de Karlsaue, el más solitario y alejado, se encuentra el restaurante Dschingis Khan, sede de las residencias de escritores Chorality, On Retreat, A Writer´s Residency, donde novelistas, poetas, dramaturgos y ensayistas se rotan en periodos de dos semanas para pasar las tardes en una de las mesas que la dOCUMENTA tiene reservadas a su nombre. En efecto, es un self-service chino (sospecho que hacen bastante pirola).

Muy cerca de ahí, en una cabaña sobre el agua, está el archivo sobre el trabajo de Donna Haraway dedicado a la convivencia entre especies, compilado por Tue Greenfort. El archivo comprende un programa de vídeo, una pequeña biblioteca y algunos proyectos relacionados, y bien puede considerarse -siguiendo esa lógica invertida que parece sugerir la dOCUMENTA (13) de este año- el punto de partida de uno de sus itinerarios más significativos: When you step inside you see it is all filled with seeds, que es simultaneamente un d-Tour y una línea de trabajo.

“The practices of knowing of all the animate and inanimate makers of the world, including people”. When you step inside you see it is all filled with seeds aborda el cruce entre naturaleza, economía y conocimiento, en torno al cual orbitan preguntas como: el valor de uso y el valor de cambio del capital biológico y de los saberes de los que depende, ya sean recientes o milenarios; la gestión industrial de la vida y la globalización y deslocalización de los mercados agro-alimenticios; los horizontes de la investigación genética; la necesidad de una convivencia ética entre especies, la reproducción (animal o social) y el mantenimiento de la vida. [Seguir leyendo Diario de viaje #2].

dOCUMENTA (13) - Diario de viaje #1

Esto es algo parecido a un diario de viaje. Subjetivo e incompleto. No he visto todo lo que hay, no cuento todo lo que he visto. Es solamente un rastro, porque no tengo ganas de hacer otras cosa pero también porque la propia exposición, lo que late dentro de ella, hace ridícula la idea misma de una crítica articulada. Pasé en dOCUMENTA (13) tres días; dos y medio dedicados a la exposición. Creo que es lo mínimo. Hice un dTour (los dTours en inglés son los sábados), asistí a un taller, no ví ninguna película (del interesantísimo programa de cine). A continuación, fotos, notas y, en el más puro estilo Visto en T.V., he marcado con llamativos corazoncitos rojos mis obras y situaciones favoritas. Sólo tengo una recomendación firme: no empieces la visita por ninguna de las sedes de siempre. 



dOCUMENTA (13) es una exposición que emociona, entretiene, desconcierta y reconcilia. Hay exposiciones dentro la exposición, casas encantadas, túneles y cuevas, pájaros prehistóricos, mucha música. Es una exposición para recorrer sin itinerario (al azar de los números situados en un mapa) o con un itinerario invertido (desde las periferias hacia el centro, desde los espacios improbables hacia los legitimados) o con el rítmo palpitante de los relatos de aventuras (porque esta dOCUMENTA es, además de todo el resto, un pequeño gran parque temático). 

Carolyn Christov-Bakargiev, directora artística de dOCUMENTA (13), la ha concebido y desarrollado junto a Chus Martínez y con la colaboración de, entre otros, Donna Haraway, cuya inspiración se hace presente toda la muestra. Sí, buenas noticias. La dOCUMENTA (13) es una exposición harawayana. Es también atípica y oportuna, contemplativa y accesible, elegante y con personalidad. Muestra por el visitante el máximo de los respetos pero le exige, a cambio, la entrega de lo más lo más valioso y lo más trivial: tiempo, confianza, disponibilidad. [Seguir leyendo Diario de viaje #1].


3516 code Minitel

No soy yo, pero casi. Así consultaron los resultados de su Baccalauréat (la selectividad francesa) todos los chicos y chicas de mi generación.

El pasado 30 de junio hacia la medianoche, mientras tú y yo hacíamos otra cosa, alguien en France Télécom pulsó un botón y apagó para siempre el Minitel. Era tonto y feo pero lo vamos a echar de menos. 

El Minitel es un caso de excepcionalidad tecnológica. Como se puede ver en la foto, era una mezcla entre el teletexto y un cajero automático conectado a la línea telefónica. Se inventó en Francia a finales de los setenta como resultado de un proyecto de investigación estatal y se empezó a instalar en hogares y oficinas a partir de 1982. Ningún país quiso saber nada de él, sólo lo usaban los franceses pero lo usaban todos los franceses. En 2000, cuando ya empezaba a decrecer por la irrupción de la red de redes -ese invento americano-, todavía se servían del Minitel 25 millones de personas, es decir la mitad del país. 

 Su éxito se explica por varias razones. 

La primera y más poderosa es evidente: puro chauvinismo. Aunque dé risa, a principios de la pasada década mucha gente aún pensaba que el Minitel podría convertir a Francia en una potencia tecnológica. Doy fé de ello, estuve allí. En el año 2000, yo tenía en París un trabajo moderno en una oficina moderna con gente super moderna, pero las reservas de viajes, los papeleos de Hacienda... todo, absolutamente todo (repito, en el año 2000, probablamente tú ya tenías un correo electrónico) lo hacíamos con Minitel, tecleando interminablemente el 3615 code no-sé-qué. No era por dejadez, ni por ignorancia, ni por resistencia al cambio. Lo que estaba en juego era una batalla a muerte contra la telemática norteamericana. Una batalla suicida, pero que había que pelear. Me costó meses de lobbying convencer a mi jefa de que aquello era absurdo, que había que capitular.

La segunda razón es la propia torpeza de la burocracia francesa. La principal función de Minitel, tal y como fue concebido por sus creadores, era la de convertirse en una ventanilla de la administración: un lugar para solicitar certificados, tramitar inscripciones, consultar los resultados de exámenes y oposiciones públicas o adquirir billetes de tren de la red estatal de transportes (3615 code SNCF, qué recuerdos). Pues bien. La administración pública en Francia es tan monstruosamente paquidérmica que hasta un teletexto programado en los ochenta tiene más agilidad. Entre hacer cola de pie durante toda la mañana o teclear letras, números y flechas en un terminal color beige durante toda la mañana, la persona razonable elige no hacer cola. Entre poner su vida en manos de un empleado público o teclear letras, números y flechas en un terminal color beige, la persona razonable elige no poner su vida en las manos de un empleado público. La disyuntiva entre hacer los papeleos en Minitel o por Internet hasta hace poco tampoco se planteaba porque ¿para qué actualizar los servicios públicos en Internet si ya tenemos el Minitel?
  

La tercera es la única buena razón de la supervivencia de semejante anomalía: el Minitel ha sido sobre todo el Minitel rose, la primera plataforma masiva de cibersexo de la historia. A finales de los noventa, cuando todavía muy poca gente en el mundo tenía internet en su casa, media Francia ya se ponía los cuernos a través de las redes. En eso sí que Francia siempre ha estado a la cabeza. Con Minitel se podía, de manera totalmente anónima y con el coste de una llamada telefónica, contratar y ofrecer servicios sexuales, buscar pareja, acceder a chats eróticos con profesionales o con chicos y chicas de la región, contactar con redes de intercambio, BDSM u otro tipo de prácticas sexuales no convencionales, etc. Exactamente igual que el pr0n con Internet (que, según dicen, sólo ha sido destronado recientemente, por las redes sociales), el sustrato de Minitel ha sido siempre el sexo. Y decir sexo, en Francia, es decir mucho sexo. Es el segundo tema de conversación favorito, después de la comida y antes que la política (y no es un cliché). 

Estos días, todo son lágrimas y homenajes. El periodista y reputado bloguero Jean-Marc Manach comparte su testimonio de animadora de chat de Minitel rose, donde ofició bajo el pseudónimo de "Jacqueline69" para sacarse unos francos durante sus años mozos, y Le Monde publica una serie de reportajes bajo el (tronchante) título de "Minitel. Le France-Wide-Web". Dicen que a punto estuvieron de venderselo nada más y nada menos que a Japón (¡chúpate esa, Obama!), pero que no funcionó "por la dificultad de reproducir los caracteres".