Globish to speak all.

Los idiomas más hablados en Berlin son tres. 
1. El alemán, a veces con acento berlinés, a veces confundido con dialectos. 
2. El turco, con varios acentos, de varias regiones. 
3. El globish, con el que nos comunicamos los que carecemos de una lengua materna en común, hermanados en el uso de ese idioma-puente, lingua franca de la contemporaneidad que todos, solidariamente, hablamos igual de mal.


El globish cutre que fabricamos en las calles es una lengua plástica y elemental. Una lengua de situación, a veces de emergencia. La base es siempre la misma: los restos del inglés de la escuela. Esto después se implementa con injertos de diversa procedencia, a menudo expresiones wannabe-yankees malamente copiadas de las canciones y los telefilms (así es como la riqueza de nuestra lengua para el insulto, por ejemplo, solo igualada según dicen por el ruso, queda reducida a un banal y monótono uso del término fuck: fucking tal, fucking cual). Sobre este andamiaje, precario pero compartido, ya cada cuál imprime su carácter, dependiendo del arrojo y el color regional. El ridículo es libre, personal e intransferible. Palabras, pronombres, artículos, sufijos, prefijos y conjugaciones, entonaciones, acentos, giros e insólitas aventuras sintácticas se mezclan con la base de inglés inicial, ya de por sí quebradiza.

Aquí es donde empieza la fiesta. La argamasa resultante nos la copiamos unos a otros con alegría, cada cual añade a sus propios barbarismos, que solo tienen sentido como traducciones literales de su propia lengua, los de los demás, que cobran sentido por acumulación y empatía. Así, a fuerza de sometimientos verbales, repetidos y consolidados por el uso, nuestro globish se fortalece cada día. Y cada día también se aleja más de lo que hablan los native English speakers, a los que nadie entiende un carajo.

Mary Louise Pratt llama a esto una lengua de contacto: 

“El término contact language se refiere a las lenguas improvisadas que desarrollan entre sí las personas con diferentes lenguas maternas que necesitan comunicarse de forma coherente. Me interesa poner en primer plano la parte de interacción e improvisación de los encuentros coloniales, tan facilmente ignoradas por los relatos de conquista y dominación. La perspectiva del contacto enfatiza cómo los sujetos se constituyen en y a través de sus relaciones con los demás, aborda las relaciones en términos de co-presencia, interacción, entendimientos y prácticas entrelazadas, a menudo en el marco de relaciones de poder radicalmente asimétricas.”

Un tipo de contact language es por ejemplo el créole, el magnífico créole. Una maravilla lingüistica nacida con la invasión europea del Caribe y conocida colonialmente como el dialecto negro del francés. El créole (en francés, que no significa exactamente lo mismo que criollo ni que pidgin) está compuesto por una estructura gramatical francesa, o sea latina, junto con un vocabulario proveniente de, que se sepa, siete lenguas africanas. Hoy se habla en diferentes dialectos, cada uno de ellos fruto de la mezcla con distintas modalidades dialectales de francés tardomedieval. Pese a su origen esclavo el créole posee una cultura escrita, una tradición literaria y una fabulosa cadencia sonora que lo hace particularmente atractivo para el rap.

Las lenguas de contacto son mutantes, imprevisibles y pegajosas. Son el fruto ilegítimo de las mezcolanzas culturales de rango menor. Su reproductibilidad y capacidad de innovación hacen de ellas la pesadilla de los esencialistas de todo pelaje: los lingüísticos, los étnicos, los futbolísticos o los culinarios (estos son los más desdichados). Pero sobre todo las lenguas de contacto reflejan relaciones de poder. Relaciones que no siempre se resuelven a favor del idioma dominante, que con frecuencia acaba doblegado y apenas reconocible, transformado en un puré.

Con el globish, que crece imparable, ha habido varios intentos de poner orden.



El primero, en 1998, cuando Madhukar Gogate presentó ante la Simplified Spelling Society de Reino Unido una versión artificial del inglés, simplificada en la fonética y la ortografía. Así por ejemplo, he is fine se conviertía en hee is fain; eat it quickly en eet it kwikli; the world wants peace and prosperity en tha world wants pees and prosperiti. And sou on. Tras la tentativa de Gogate, que no tuvo gran éxito, fue el turno del diplomático francés Jean-Paul Nerrière quien en 2009 publicó “Globish. The World Over”, un libro que dió carta de naturaleza a una segunda versión simplificada, esta vez sin missespelings pero limitada a 1.500 palabras, suficientes según Nerrière para hacerse entender.

La última tentativa la está impulsando la mismísima Wikipedia. Lo habreis visto ya en el margen izquierdo de su sitio web: Simple English Wikipedia. Para children, students y adultos que aprenden inglés. Bueno, se agradece pero no es exactamente el enfoque que nos interesa. Uno está aprendiendo todo, toda la vida. No creemos en las lenguas acabadas.